lunes, 4 de abril de 2011

OPERACIÓN GLADIO Y LA CIA

-¿Cuál es la razón para que un escritor como Benjamín Prado, nacido en el 61, escriba Operación Gladio, una novela que gira sobre el asesinato de los abogados laboralistas de Atocha en el 77, y se extiende por la red de carniceros fascistas orquestada por la CIA para impedir que en Europa el comunismo llegue al gobierno?

-Uno no elige los recuerdos. Ni elige en qué medida los va a recordar. Rafael Alberti dijo: he conocido a Picasso, a Neruda, pero de lo que no me voy a olvidar nunca es de una canción de propaganda que oía en la radio de niño. Para mí, uno de los recuerdos de mi infancia más fuerte es el asalto al Palacio de la Moneda, con Salvador Allende resistiendo con su casco. También el terremoto de Managua, y el asesinato de los abogados de Atocha. Luego, otro recuerdo potente que se encarnó en este libro, es el del Valle de los Caídos. Recuerdo que cada año nos llevaban con la escuela, y siempre sentía lo mismo. Había allí algo como una fuerza que tiraba para abajo; una tristeza siniestra.
-Dos son los casos que convergen en Operación Gladio. Por un lado, el asesinato de los abogados a manos de sicarios de la derecha. Por otro, la petición de los restos de un republicano que fue enterrado ilegalmente en el Valle de los Caídos.
-Quería escribir una novela de espías –reconoce Prado-, porque cuando escribo me gusta divertirme, y una novela de espías era lo ideal. Entonces pensé en una conspiración de estado, en los pasillos sucios del poder, recordé lo que sabía de Gladio, y me pasó lo que le pasa a Alicia Durán, la periodista de mi novela, cada vez fui a más. Cuando asesinaron a los abogados la investigación avanzó sólo hasta cierto punto. El punto en se empezó a ver que los asesinos habían recibido armas y estaban conectados con servicios españoles, y que detrás de ellos estaba Gladio, o sea la CIA. Ahí se detuvo todo, nadie quería mirar a la cara a la CIA. Algunos dicen que es paranoia vincular a la CIA con todas las conspiraciones, pero lo cierto es que siempre ha estado allí, con o sin paranoia”.
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RADIOFRAFIA DE UN JUEZ ESTRELLA

Después de leer Garzón, la hora de la verdad, editado por Principal de los libros, nos preguntamos cuál era el sentido de recorrer la carrera profesional de este ex juez, y que Loretta Napoleoni lo compare recurrentemente con Barak Obama; paralelo al que ya llegaremos.

Loretta Napoleoni dice, respondiendo al primer interrogante:
“Baltasar Garzón es un espejo de cómo somos. Un juez estrella, elevado a las alturas de la popularidad por los medios, en el que muchos depositaron demasiadas esperanzas. Es un espejo de cómo vivimos la democracia, delegando en otros la responsabilidad, en lugar de ejercerla nosotros cada día. Con estos personajes sucede que siempre nos equivocamos. Un día los vemos como los salvadores, y al día siguiente los crucificamos porque no respondieron a nuestras expectativas; siempre desmedidas”.
Le señalo que, casi como una conclusión de su libro, afirma que el caso Garzón ha puesto en descubierto las debilidades de la democracia española, pero que tengo mis dudas de que en otros países tengan menos debilidades. Sobre todo porque las campañas políticas, siempre necesitadas de fondos, son alimentadas con aportes de las cajas negras empresarias. Con lo que todo resultado padece un vicio de arranque: luego habrá que devolver esos favores. Hay que recordar que a Loretta Napoleoni se la reconoce como experta en financiaciones ilegales, especialmente del terrorismo.

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