martes, 8 de diciembre de 2009

Convicciones místicas y política


Aminatu Haidar, saharaui, lleva 22 días en huelga de hambre, y parte de la sociedad española se ha movilizado pidiendo que el Gobierno haga algo.Bobby Sands, preso del IRA, murió a consecuencia de su huelga de hambre de 66 días en 1981, sin otro apoyo que una parte de los irlandeses y grupos políticos de medio mundo, que no incluía Inglaterra.
Para los apologistas de la no violencia, la actitud de Haidar, que pone en jaque al estamento político, es una demostración de que se puede conseguir todo por medios no cruentos. Agonizando, por ejemplo. Sin embargo, la historia, incluida la de Bobby Sands, indica que la efectividad del método depende de quién sea el interlocutor, de quién está del lado a presionar.
Un gobierno democrático, respetuoso de las personas y las libertades civiles, exhibe una virtud que al mismo tiempo es su debilidad. No puede dejar que alguien muera de hambre por sostener sus reivindicaciones. Un gobierno autoritario se ríe de esas presiones.
El Reino Unido que llevaba su guerra contra el movimiento de liberación de Irlanda, no estaba dispuesto a mostrar esa debilidad. Si alguien elegía agonizar en el hambre, allá él, o ella. A un gobierno duro (¿firme? ¿convencido?) le importa un pito que alguien se deje morir de hambre.
El que suscribe hizo una huelga de 23 días, ingiriendo una cuota mínima de agua azucarada, como Haidar, y sabe que las pesadillas son entonces mesas infinitas sembradas de comida. No es cómodo. Y mucho menos llevarla hasta el final, cuando el cuerpo se devora a sí mismo y los daños son irreparables.
Mantener la ilusión de la no violencia es agradable, y hasta efectivo, si quien está del otro lado no puede asumir ese desgaste. Si puede, ya es otra cosa.
¿Alguien cree posible una huelga de hambre victoriosa en Guantánamo? ¿En el Chile de Pinochet? ¿En la Argentina de Videla? ¿En la Unión Soviética de Stalin?
Por supuesto, siempre está el ejemplo de Mahatma Gandhi consiguiendo la liberación de la India en base a huelgas de hambre. Quienes sostienen esa idea harían bien en leer con más cuidado la historia. Confundir las convicciones místicas con la política es siempre peligroso. Que los métodos conduzcan a la santidad no asegura que cambien nada.
(Publicado en Factual, el 7 de diciembre)

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