viernes, 10 de octubre de 2008

Sonríe, ellos te aman


El 12 de octubre, día en que Cristóbal Colón puso el pie en la Isla de Guanahaní, se celebra el “Día de la raza”, la “Fiesta del Pilar”, el “Día de la Hispanidad”, o este “feriado que me viene tan bien”. Los tres últimos en España, que ha decidido cambiarle el collar al perro. Allá, en los mares del Sur, se sigue festejando el “Día de la raza”, con muchas puteadas para los gallegos, como inspiradores, pero pocas ganas de cambiarlo.
Pero la verdad es más chota. Dos fragmentos de Historia:
Uno: El rótulo «Fiesta de la Raza» para denominar las celebraciones del doce de octubre fue utilizado en enero de 1913 en una hoja difundida por la asociación Unión Ibero-Americana de Madrid,
«Fiesta de la Raza: Es aspiración fomentada por la Unión Ibero-Americana, y para cuya realización se propone efectuar activa propaganda en 1913, la de que se conmemore la fecha del descubrimiento de América, en forma que a la vez de homenaje a la memoria del inmortal Cristóbal Colón, sirva para exteriorizar la intimidad espiritual existente entre la Nación descubridora y civilizadora y las formadas en el suelo americano, hoy prósperos Estados. Ningún acontecimiento, en efecto, más digno de ser ensalzado y festejado en común por los españoles de ambos mundos, porque ninguno más ennoblecedor para España, ni más trascendental en la historia de las Repúblicas hispano-americanas. De no haber sido ineludible el amoldarse a la organización oficial de los agasajos que se celebraron en honor de los Delegados ibero-americanos en las fiestas del Centenario de Cádiz, se hubiera celebrado el té con que les obsequió la Unión el día 12 de octubre en vez del 13, pues tal era el propósito de nuestra Sociedad, el de hacer coincidir con esta fecha el honor de recibir en ella a los emisarios ibero-americanos.»

Dos: El poeta y periodista argentino Ernesto Mario Barreda, en un largo artículo publicado en La Nación de Buenos Aires el 12 de octubre de 1935, narra sus visitas al puerta de Palos y al convento de La Rábida en 1908, la entrega que hizo de un álbum que la Sociedad Colombina dedicó al presidente de la nación argentina, la fundación de la Casa Argentina de Palos, llevada a cabo por el cónsul de aquella república en Málaga, el entusiasta hispanófilo D. Enrique Martínez Ituño, y la celebrada el día 12 de octubre de 1915 por primera vez con el nombre de Día de la Raza en dicha Casa Argentina. El documento impreso que cita está encabezado así: «Casa Argentina. –Calle de las Naciones de Indias Occidentales. –Carretera de Palos a La Rábida. –Club Palósfilo. –Hijas de Isabel. –Día de la Raza, 12 de octubre de 1915.» Luego se copian unos versos del mismo poeta Barreda alusivos a las carabelas de Colón y se exponen las razones de la nueva festividad, epilogadas con este apóstrofe a España: «Reunidos en la Casa Argentina los Palósfilos y las Hijas de Isabel en este Día de la Raza, hacemos votos para que con tus hijas las Repúblicas del Nuevo Mundo formes una inteligencia cordial. Y un abrazo fraterno sea el lazo de unión de los defensores de la Ciencia, el Derecho y la Paz.»

O sea… los que, cómo uno, son cagarruta de inmigrante europeo, son más papistas que el Papa.
Y hablando del Papa, para ser bien inconexos, me alegra que defienda al infumable nazi que firmaba Pio XII. Al menos no da lugar a confusiones tales como suponer que puede haber papas progresistas o liberales.
Los liberales, ya se sabe, defienden el libre comercio para los giles y usan los ahorros de los otarios para salvar a los bancos. Uno de ellos, el inefable Bush, acaba de mandar sus saludos al Rey de España en el Día de la Raza, o de la Hispanidad, como es menos apestoso.
Mientras, seguimos comiendo mierda y mirando para arriba para ver si la culpa la tienen las palomas.
Estoy optimista. Tanto que les paso una letra tanguera que levanta el ánimo.

CUARTETAS PARA UN AHORCADO


Dicen que fue en el árbol del pasado

donde colgó la soga del recuerdo.

¿Filósofo, poeta, loco o cuerdo?

nos pregunta su sombra desde el muro.


Sólo sé que vistiendo traje oscuro,

ciñó a su cuello el lazo, suavemente,

dejó caer el banco del presente

y le sacó la lengua a su futuro.